El 24 de octubre y por iniciativa de la Asociación Española de Amigos del Libro Infantil se celebra el DÍA DE LA BIBLIOTECA como homenaje y reconocimiento a la labor que desempeñan los bibliotecarios.
PREGÓN
HOMENAJE A ANA MARIA MATUTE
-¡Ana
María, despierta!
El
príncipe se quedó contemplándola. Era guapa, el pelo negro, los ojos grandes,
la boca carnosa. Luego la sacudió suavemente, por un hombro.
Insistió:
-Vamos, mujer, que ya es hora.
Ana
María, solo después de un rato, empezó a moverse. Primero movió un dedo, luego
una ceja, luego entreabrió un ojo.
-¿Y
tú… quién… eres? –preguntó, no sin gran esfuerzo.
-¡Soy
el Príncipe Azul!
-¿El
qué?
-El
príncipe… ¿No te acuerdas? Tenemos que amarnos.
-¿Es
obligatorio?
-Claro,
lo manda la tradición.
-¡Pues
entonces vete a hacer gárgaras!
Ana
María se giró hacia un lado y volvió a dormirse. El príncipe quedó sumamente
desconcertado. Se incorporó del filo del lecho y se puso a pasear la estancia. Vio
las telarañas del tiempo colgando de los pesados cortinajes, vio a un par de
alabarderos durmiendo de pie, la nariz del uno apoyada en la nariz del otro.
Vio, o mejor dicho, escuchó la estridente sinfonía de ronquidos que le llegaban
de todas partes de aquel palacio encantado; ronquidos atronadores de guardianes
forzudos, ronquidos silbantes de cocineros exquisitos, ronquidos trascendentes
de capellanes gordinflones, ronquidos, ronquidos… Como que tuvo que taparse las
orejas para no ser víctima de aquel terremoto sónico… y entonces se dio cuenta:
¡el
fuego de la chimenea también dormía! Se acercó, aproximó una mano a aquellas
llamas petrificadas y quedó ensimismado… Luego de un tiempo incontable, levantó
la vista y vio sobre la repisa una hilera de libros. Eran libros de cuentos,
los únicos objetos de aquel lugar que no habían acumulado polvo ni telarañas.
Con un tembleque en el dedo índice de la mano derecha, impropio de todo un
príncipe, fue recorriendo los títulos: Cuentos
de antaño, de Charles Perrault, Cuentos
de los hermanos Grimm, Cuentos de H.
C. Andersen, Cuentos de Ana María Matute... Al leer este último, el corazón
empezó a repicarle. Sacó el libro y lo abrió. Al azar fue leyendo: “Todos nos
acostamos con el lobo, pero lo que no podemos hacer es confundirlo con la
abuelita.” “La infancia es más larga que la vida”. “El que no ama está muerto”.
Justo
al acabar esta frase, cesaron los ronquidos y el fuego de la chimenea cobró
repentina vitalidad. El príncipe se apartó.
-Eso,
ahora ponte a curiosear en mis cosas -oyó a sus espaldas.
Levantó
un poco más la vista y vio, en el espejo de la chimenea, cómo se incorporaba en
su magnífico lecho una dama todavía más magnífica. Casi cien años de edad, el
pelo totalmente blanco y la sonrisa totalmente pura. -
¿Se
puede saber qué día es hoy?
-¿Hoy?
-El príncipe no tenía ni la menor idea.
-¡Me
acabo de acordar!- Exclamó ella-. ¡Es 24 de octubre, día de la Biblioteca! ¡No
te quedes ahí pasmao, que los niños nos están esperando!
¡Vamos,
Príncipe Azul, mueve el culo!
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