Geoffrey y el problema del
parque
Érase una vez en una gran ciudad de animales llamada Animaty que vivían felices y en paz. Aquí, cada animal tenía profesión: los elefantes eran los bomberos; los pasos de cebra, las cebras; los semáforos, camaleones; los policías, los lobos; los carpinteros, los pájaros carpinteros; los topos, las excavadoras; los búhos, los profesores; y, finalmente, el alcalde de la ciudad, el león.
La vida en esa ciudad era
tranquila hasta que el rey, que era muy ambicioso, decidió construir un hotel
donde se asentaba el parque.
Este parque tenía muchas cosas:
lianas para los monos, estanques para los peces y los patos, pistas de
atletismo y baloncesto para los tigres, leopardos y demás animales. También,
aros para las aves. Ese parque era el corazón de la ciudad.Geoffrey, la jirafa, y sus amigos se pusieron muy tristes al saber la noticia, porque pasaban muchas tardes en aquel parque jugando al baloncesto.
Entonces, Geoffrey y sus amigos
se reunieron para decidir lo que iban a hacer. Decidieron que la jirafa fuese a
hablar con el alcalde y pedirle que no quitara el parque.
Al día siguiente Geoffrey se puso
en camino hacia la casa consistorial y, cuando llegó, los policías no querían
dejarla pasar. La jirafa les pidió por favor que le dejaran pasar y, al final,
le dejaron ir a hablar con el alcalde.
Cuando llegó al despecho del
alcalde, este la mandó. Geoffrey estaba un poco asustada, pero pasó. El león
con voz grave le preguntó qué quería.
Ella le pidió por favor que dejara el parque tal y como estaba. Los animales disfrutaban mucho allí. Era el corazón de la ciudad.
Ella le pidió por favor que dejara el parque tal y como estaba. Los animales disfrutaban mucho allí. Era el corazón de la ciudad.
El alcalde le contestó que no,
que no , que no, no, no, no.
Entonces, Geoffrey agachó la
cabeza y se fue del Ayuntamiento. Sus amigos la estaban esperando para saber lo
que había ocurrido.
Al llegar, sus compañeros ya
sabían lo que había ocurrido nada más verla. Venía triste. Se imaginaron que el
alcalde no le había hecho caso.
Pasaron tres días y las máquinas
entraron en el parque. Lo empezaron a destruir. Hacían agujeros en la tierra.
Cortaban los árboles. Quitaban los columpios y los estanques. Lo dejaron todo
patas arriba. Geoffrey y sus amigos miraban lo que había sido el parque con
tristeza. No podían hacer nada para solucionarlo.
Un día, estando mirando aquel lugar, sintieron llorar al
alcalde. Ellos le preguntaron qué le pasaba. El león les dijo que su hijo había
desaparecido y que no lo encontraban.Entonces Geoffrey, la jirafa, y sus amigos le dijeron que no se preocupase que ellos le ayudarían en su búsqueda. Así fue. Empezaron a mirar por todas partes. No quedó ningún rincón de la ciudad sin mirar. Otros ciudadanos les traían comida y bebida para que no tuviesen ni hambre ni sed. Así, siguieron buscando durante días.
Los días pasaban y no lo
encontraban. Todos estaban ya muy cansados y muy preocupados. El hijo del
alcalde no aparecía.
Cuando, de repente, se oyó una
vocecita muy lejana que procedía de un hoyo que estaba tapado con hojas y
ramas. Todos salieron corriendo hacia allí. Cuando llegaron, estaba el pequeño
asustado, sucio y hambriento. Los monos cogieron las lianas y le ayudaron a
salir.
Estuvieron unas horas, pero, al
final, consiguieron sacar al pequeño del agujero. Se lanzó a los brazos de su
padre, el alcalde.
El león se puso muy contento al
ver la generosidad y la solidaridad de sus conciudadanos. Decidió renunciar al
hotel y dejar el parque, el corazón de la ciudad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario