miércoles, 23 de abril de 2014

Nuestros escritores



Texto íntegro del pregón de Alejandro González Anievas, alumno de 2º de la ESO del colegio San Ignacio (Ponferrada),  el 17 de abril de 2014.

 

Buenos días a todos.

Permitidme comenzar con un sincero y profundo agradecimiento. Primero al Excmo. Ayuntamiento de Cacabelos, al Sr. Alcalde, Don Adolfo Canedo Cascallana y a toda la corporación municipal, por la deferencia que me han dispensado al haber pensado en mí como pregonero de Bergiocio 2014.

Gracias en nombre de la juventud de Cacabelos, por esta marca que nos ofrece una variada programación de actos culturales, deportivos y lúdicos.

Gracias a todos los que estáis aquí acompañándome, por las muestras de cariño y afecto que me habéis dado. Recibid mi gratitud con toda la sencillez y franqueza del que os habla, que en absoluto se siente merecedor de dar hoy este pregón.

Permitidme también mi reconocimiento en versos de Neruda a la palabra que agradece, gracias a gracias por cuanto esta palabra derrite nieve o hielo. Donde aparece su pétalo pequeño se esconden los puñales del orgullo y aparece un centavo de sonrisa.


Sin duda, es un honor estar en esta plaza donde hace trece años ensayaba mis primeros torpes pasos, siempre bajo la atenta vigilancia de mis padres o abuelos para que no me precipitara escalones abajo.
Me siento realmente orgulloso de ser cacabelense. 

Es una suerte poder tener el apoyo de tu pueblo, de tus vecinos. 

Cada vez que he logrado un galardón literario, he contado con la felicitación de Cacabelos. 

Pero lo más importante no es ese parabién recibido por el mérito, sino ese respaldo constante que te anima a seguir trabajando con voluntad, esfuerzo y dedicación.

Es agradable encontrarse por la calle con tantos vecinos y amigos que afectuosamente se interesan por saber si sigues escribiendo, si estás preparándote para algún certamen nacional o simplemente quieren leer tu último cuento o poesía. 

Todas esas personas que creéis en mí y en mis posibilidades, me proporcionáis el principal empuje para seguir escribiendo. Sé jugar con las palabras, las enlazo, realizo con ellas mil piruetas que se transforman en armoniosas composiciones. A veces, danzan libres en mi mente creando metáforas imposibles. 

Otros son habilidosos con un balón, con un instrumento musical, o en cualquier otra disciplina artística, científica o deportiva.

Pero seguro que nadie destaca en su campo sin esfuerzo. La calidad no es fruto de la casualidad ni de la suerte, siempre es el resultado de un arduo trabajo.

La diferencia entre hacer algo ordinario y extraordinario es precisamente el prefijo extra, el tiempo “de más” que debes emplear.

Esto no significa que no puedas tener otras aficiones. A todos nos gusta salir con los amigos, ir al cine, jugar con videojuegos o practicar diferentes deportes.

Hay 86.400 segundos en un día, sencillamente se trata de organizar cómo emplearlos.

Toda esa constancia debe ir siempre acompañada de un enorme entusiasmo y disfrutar con lo que haces. Creer en ti mismo.

Isabel Allende en una entrevista reciente aseguraba que para ella ser escritora se asemejaba mucho a ser deportista. Para competir en cualquier  deporte se necesita entrenar montones de horas. Un novelista debe escribir diariamente siendo consciente, de que la mayoría de lo que ha redactado acabará en la papelera. 

Para hacer un escrito de calidad hay que dedicarle mucho tiempo. A veces uno se queda sin saber cómo continuar la historia, preso de un angustioso bloqueo.

En La musa encriptada, cuento con el que obtuve el primer premio del X CONCURSO NACIONAL LITERARIO “GUSTAVO MARTÍN GARZO” describía esa sensación de la siguiente forma: En algunas ocasiones, incluso podía sentir esa sacudida tenebrosa, que se origina cuando la musa es raptada por las sombras anodinas de la página en blanco y las palabras no se atreven a fluir.

En esos instantes en los que el desánimo te envuelve en su lóbrego celaje invitándote a abandonar; hay que remendar los jirones de tu maltrecha gallardía y no darse por vencido. 

Nelson Mandela decía que el hombre valiente no es el que no siente miedo, sino aquél que conquista ese miedo. 

Si temes fracasar, estás perdido. No es más grande aquel que nunca falla, sino el que nunca deja de luchar por lograr sus metas.

En la dificultad reside la grandeza de lo que haces. El verdadero valor de ganar o conseguir un premio está en el esfuerzo que te ha costado lograrlo.

También hay que ser consciente de que no vas a ganar siempre. No pasa nada, simplemente hay que volver a empezar. Es peor no intentarlo que perder.

Permitidme que aproveche este pregón para animar a todos, especialmente a los más jóvenes a perseguir sus sueños, a estar dispuestos a luchar para alcanzarlos. 

Y no se me ocurre mejor forma de hacerlo que recurrir a la lectura de algunos versos sueltos del poema de Walt Whitman No te detengas.

No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
Sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante.
Vívela intensamente, sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas…

Termino agradeciendo de nuevo vuestra atención.

Gracias por permitirme dar el pistoletazo de salida a Bergiocio 2014 y parafraseando de nuevo a Neruda poder celebrar lo que sucede dejando en vez de canto o testimonio, un porfiado esqueleto de palabras.

¡Que la Virgen de la V Angustia nos acompañe!
Disfrutad de Bergiocio 2014 y de las fiestas de la Pascua.
¡Viva Cacabelos!

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